MADRID.- Cristiano Ronaldo ha abierto la veda, la suya particular, y eso es lo mejor que le puede pasar al Real Madrid. El genio portugués fue el artífice principal del triunfo de anoche en el Bernabéu. La consecuencia principal es la menos importante: que habrá semifinales de la Peace Cup el próximo viernes ante la Juventus, una cita para subir a este torneo a un transbordador espacial. La segunda lectura es la que más interesa: la realidad de que Ronaldo va muy en serio desde el principio.
Rápido, intuitivo, perseverante, sin hueco para la rendición e interesadísimo siempre en el área contraria, el crack desatascó un empate sin goles nada más comenzar la primera parte con un par de regates dentro de una carrera muy rápida; le hicieron penalti antes de poder armar su pierna izquierda, y marcó desde los 11 metros para celebrar su primer tanto con el Madrid. Lo hizo con todos los sentidos que juega, que deben ser siete u ocho.
Unos minutos más tarde, enchufado como pocos se enchufan en partidos como el de ayer (no digamos en los que hay carne en juego), provocó con un trallazo lejano de los suyos un despeje esforzado del portero y el remate final de Granero. El chico que regresó desde el Getafe le ha cogido el espacio y el tiempo a su nuevo destino. Miró bien y se movió mejor para lograr un rendimiento estupendo. Todo lo que ahora mismo se puede imaginar uno de El Pirata es bueno.
El Madrid tiene mucho que soñar por arriba y mucho que trabajar por abajo, porque el Liga de Quito le mantuvo en tensión hasta el último momento. Marcó dos goles y pudo haber hecho alguno más en la primera parte, si no llega a ser porque Dudek sacó un par de manos muy buenas. El próximo viernes es más que probable que el fútbol dé la vuelta. Y es probable que Benzema, notable anoche, y Robben, con su muesca de siempre, no puedan jugar.
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